La hora del planeta más larga de la historia. Reflexión ciudadana en tiempos de cuarentena
Sábado 28 de marzo, 8.30 p.m. En sus marcas, listos y off. Considerada como uno de los mayores movimientos ambientales, la décimo tercera edición de la hora del planeta podría ser la que más se recuerde en lo que va de su historia. No solo porque será completamente on-line sino porque se da en el contexto del coronavirus. Este potente llamado a la acción de la ciudadanía frente al cambio climático, que ya reúne a más de 180 países en el mundo, esta vez nos dice “Conéctate con la naturaleza”. En el contexto actual, más que una invitación de la World Wildlife Fund (WWF) podría interpretarse como un grito desesperado de la Tierra para que asumamos nuestra responsabilidad frente a su cuidado. Apagón planetario para el recuerdo. Todos en casa y el coronavirus por las calles En pleno auge del coronavirus COVID-19, la hora del planeta tendría que ser la excusa perfecta para que todos: gobiernos, organizaciones -públicas y privadas-, y la ciudadanía en general, reflexionemos sobre cómo nos hemos venido comportando con nuestro medioambiente. Urge hacerlo. En las últimas semanas, las cuarentenas, las restricciones de viaje, el cierre de fábricas y comercios, todas ellas, medidas tomadas en varios países para frenar el avance de esta pandemia; han impactado en la reducción de las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático. Gracias a este virus, la Tierra ha vuelto a respirar; nosotros, por el contrario, morimos ante la dificultad para hacerlo. El impacto positivo de la ausencia forzada del hombre en las calles y en la naturaleza, se ha hecho evidente en corto tiempo. China, considerado el mayor contaminante del mundo y en donde apareció el virus, fue el primer país en reducir sus niveles de contaminación ambiental, según reportes de la NASA y la Agencia Espacial Europea, citados por la BBC. En este lado del mundo, cientos de aves migratorias vienen celebrando su regreso a la playa Agua Dulce. José Álvarez Alonso, director general de Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente (Minam), en declaraciones a El Comercio, menciona que “los peces se han acercado más a la costa porque no hay una explotación intensa de este recurso. Por eso las aves, lobos marinos o incluso delfines también llegan a zonas donde antes no se aproximaban”. Existe preocupación en que, pasada esta crisis y bajo el lema global de reactivar la economía a toda costa, el medio ambiente sea víctima de una mayor contaminación. Si eso sucede poco habremos aprendido de este virus que solo afecta a los seres humanos. Nosotros, como especie, estamos enfermando al planeta y tenemos que ser conscientes de ello y tomar acción al respecto. Ahora más que nunca, los gobiernos tendrían que crear los mecanismos e incentivos necesarios para generar un cambio sostenido hacia prácticas comerciales y personales amigables con el medio ambiente y el clima. Adhesiones a la hora del planeta En esta ocasión también, Perú y otros países de América Latina participarán en la #HoraDelPlanetaEnCasa. Esta iniciativa reunirá a la comunidad global a través de eventos digitales (a los que se puede acceder mediante este enlace: horadelplaneta.org). Al cierre de este café, pocas empresas y personalidades han hecho evidente su apoyo a este movimiento, a través de sus redes sociales. En la coyuntura actual, resulta casi imperativo que las organizaciones tengan prácticas responsables con el medio ambiente. La dimensión ciudadanía está bajo la lupa, cada vez se va a exigir más a las empresas que tengan prácticas sostenibles. Algunas lo harán por convicción, lo cual contribuirá a la generación de reputación favorable para sí. Sin embargo, otras optarán por la modalidad de greenwashing. Así pues y a sabiendas de tener un desempeño sostenible pobre, varias deciden comunicar positivamente al respecto. Mi conclusión Pasada la crisis de la pandemia del coronavirus, debemos seguir teniendo un comportamiento responsable y coherente sobre el consumo de energía y demás recursos. Convirtamos la hora del planeta en una práctica constante y diaria en nuestras vidas. La sostenibilidad no tiene una rentabilidad a corto plazo. Pero es una exigencia de la ciudadanía que contribuye a la reputación favorable de las empresas. El greenwashing es un comportamiento mentiroso que delata a las organizaciones que la practican. Resulta inmanejable en el tiempo. Los ciudadanos debemos asumir también nuestra cuota de responsabilidad en el cuidado del medio ambiente. Cecilia Quintana