En una Lima multicolor -ahora más de provincia y realmente peruanizada-, llena de gente de todas partes y que le dan una nueva identidad a la ciudad con su espíritu emprendedor y pujante, tal vez nos habíamos olvidado de renovar los votos a la Lima de siempre, aquella de las tapadas, de la revolución caliente, de la música criolla, la Lima Jardín y Ciudad de los Reyes. Pero hubo un limeño de corazón, de sangre y de espíritu, que fue Alcalde dos veces, y le devolvió a la capital parte del señorío que la distinguió hace mucho tiempo.
Más criollo que Alberto Andrade, ninguno. Más limeño y carismático, además de decente, habría que pensar cuidadosamente a quién podemos citar. Alberto Andrade era, además, consecuente con su discurso, pues cuando fue Alcalde, literalmente se mudó con toda su familia a vivir al Cercado de Lima en un gesto que lo pintaba de cuerpo entero, «igualito» que el Alcalde rompe pistas Castañeda. Perder a Alberto, es como perder a un vecino querido, y así es como nos llamaba a todos: «vecinos», y con esa familiaridad lo recordaremos.
Escuchando las primeras reacciones en RPP, recuerdo también los méritos de nuestro bonachón burgomaestre. En una Lima tan moderna como caótica de ahora, tan llena de cemento, sí que se extraña esa gran dosis de arte y cultura que Andrade promovió siempre: la organización de la Bienal de Lima, la recuperación del Parque de la Reserva, de la Plaza de Armas, la recuperación de nuestros balcones coloniales, proteger al Cercado de Lima de los ambulantes, en fin, creo que la partida de Andrade nos sirve a los limeños para hacernos recordar que, aunque nos hace bien esta mixtura de culturas que tenemos ahora, esta Lima provinciana que es sinónimo de desarrollo y crecimiento, no debemos olvidar a la Lima original, la de siempre, la de la música criolla, y de sus postres exquisitos, la que canta al ritmo de guitarra y cajón.
Y cómo olvidar que el distrito más turístico de Lima: Miraflores, le debe también su distinción a Alberto Andrade, quien fue su Alcalde en dos períodos -si no me equivoco- y le dio a este distrito una belleza y orden que todo turista reconoce.
Este es un Café de excepción, y es que buena parte de la identidad de nuestra ciudad se la debemos a Alberto Andrade, y deberíamos preservarla como él siempre quiso.
Su primer rumbo fue el de la ingeniería y, aunque cambió de dirección hacia su verdadera pasión, la publicidad, el aprendizaje en las aulas de Estudios Generales Ciencias de la PUCP fue clave para su trabajo en estrategias.
En 1997 se gradúa como publicista en el IPP, y luego decide terminar también su carrera universitaria como comunicador en la PUCP (2001). Trabajó en tan diversas áreas de la comunicación que la mejor manera de integrarlas fue a través de un máster en Dirección de Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (2007), donde desarrolló aún más sus habilidades de interacción con diferentes públicos.
Tras su experiencia como Director Online en Llorente & Cuenca, y Jefe del Canal Virtual de Claro Perú -puestos a los que llegó por el trabajo en su blog, CAFÉ TAIPÁ- decidió lanzar su propia consultoría desde abril del 2012, con el mismo nombre.
Andrade no sólo fue un gran alcalde, sino uno de los más valientes ante el miserable japonés que dio el artero golpe, mientras todos se callaban, él supo protestar, mientras muchos se escondían él lo denunciaba. Le sobraba testosterona que a muchos infelices políticos actuales les falta.
Andrade no sólo fue un gran alcalde, sino uno de los más valientes ante el miserable japonés que dio el artero golpe, mientras todos se callaban, él supo protestar, mientras muchos se escondían él lo denunciaba.
Le sobraba testosterona que a muchos infelices políticos actuales les falta.