Inca Kola, el know how del Perú para el mundo, gracias a Johnny Lindley Taboada.
«Detrás de toda empresa exitosa hubo alguien que tomo una decisión valiente» decía Peter Drucker, el padre del management, y vaya que podría estar citando directamente a Johnny Lindley Taboada. Aunque tal vez, el maestro Drucker se quedó cortó, porque no fueron una sino dos decisiones las que marcan el éxito de Inca Kola, caso de estudio en las universidades del mundo. La primera, sin duda, y que aportó mucho en nuestra peruanidad, es asociar la bebida al sentimiento de un país. Décadas antes de las campañas de la Marca Perú, de la explosión de la gastronomía, de la avalancha blanquirroja en infinidad de productos y servicios, una bebida de color amarillo supo asociarse al ADN del Perú. Inca Kola se hizo infaltable en la mesa de las familias -antes que el pollo de San Fernando-, en el verano -antes que los helados de D’onofrio- y deseable si vivías en el extranjero -antes que una Cusqueña o algún restaurante peruano de Gastón-. La botella de Inca Kola tal vez sea el segundo envase que recordemos con una bebida provocadora después de nuestro biberón, es por ello que cuando vivimos lejos del país, tomarla es teletransportarse en cada sorbo, si tienes la suerte de encontrarla. ¿Se acuerdan del helado Inca Kola-D’onofrio? La innovación y la creatividad, el atreverse a experimentar, aquello que la marca resalta de los peruanos, forma parte de su cultura. La segunda decisión, va más allá del marketing y del branding, tiene que ver directamente con la supervivencia de la empresa, y está llena de estrategia y de valentía. Tras la experiencia de hacerle frente victoriosamente a Coca Cola, la marca más grande del mundo, Inca Kola no pecó de soberbia pero tampoco cedió terreno. Negoció, y bajo sus términos hizo una sociedad con el gigante de las colas, que le daría larga vida. Se han escrito muchos artículos a raíz de la partida de Jhonny Lindley T., como el de Aldo Mariátegui, periodista criticado por algunos sectores, pero que logró apoyo unánime, como nunca, en dos publicaciones, y miren el simbolismo: el primero fue sobre el Fallo de La Haya -critíquenle de todo a Alditus, pero sobre su peruanidad parece que no hay mucho que discutir- y el segundo, al día siguiente -el de Jhonny Lindley Taboada-, donde destaca las lecciones que nos dejó este capo de los negocios respaldados por valores, esos que escasean ahora que tenemos a un Perú en un contexto favorable para su crecimiento pero con empresarios y políticos que solo se miran el ombligo… o el de sus empresas. ¿Por qué un know how del Perú para el mundo? Por dos razones, dos factores, dos valores indiscutibles para todo negocio: 1. Lograr una cultura fuerte, de identificación, no solo entre tu gente más cercana, sino que trascienda fuera de casa, es lo que Jhonny Lindley T. nos enseñó. Recuerdo que alguna vez fui como consultor a la Corporación Lindley y lo que más me sorprendió fue saber que su entonces Presidente del directorio mantenía, a sus más de 80 años, el compromiso y disciplina de llegar a trabajar a las 6:30 a.m. todos los días dando el ejemplo. Llegar tal vez antes que los operarios, para demostrar que él era uno más, que su jerarquía no hacía más que llevarlo a estar siempre al lado de todos, trabajando como todos, era sin duda una actitud que comprometía al resto. Pero la cultura de Inca Kola se extendió a un país. Quienes tenemos buena memoria de los 80′ sabemos que el término «lo nuestro» nació de Inca Kola. Las nuevas generaciones que ahora ven a la peruanidad como algo natural y cotidiano, deben saber que tal vez el único grito que decía «Perú» entre las marcas comerciales era de la bebida de sabor nacional (así lo destacaba el primer estudio de Rolando Arellano que yo recuerde sobre el consumidor peruano, a inicios del 2000). Inca Kola aportó en la cultura de un país, sus campañas no eran para una estación en especial, llegaron a ser para una generación. 2. Siendo líderes, no descartar alianzas hasta con la competencia: El sentimiento nacional fue importante para el branding de Inca Kola, de hecho la convirtió en lovemark, pero cuando tienes en frente a la marca más grande del mundo, Coca Cola, y viniendo a todo galope, a la más internacional de las empresas peruanas, AJE, por mucho que seas el líder, debes tomar decisiones trascendentales. Como nos cuenta Gonzalo Carranza, en su post sobre Johnny Lindley T. la decisión de llegar a una alianza estratégica con The Coca Cola Company, garantizó la permanencia y estabilidad de la marca pero sobre todo potenció sus fortalezas al establecer sinergias con la líder del mundo. Inca Kola demostró ser una empresa que aplicaba innovación abierta al final de los 90′ ¡Qué tal logro! esto implica una actitud que solo la tienen los líderes de verdad. Y algo más, frente a la pérdida de identidad nacional que muchos temían, lo que se logró fue algo sin precedentes, Inca Kola siguió siendo percibida como la más peruana de todas las bebidas gaseosas. Y ojo, esta apertura a otras marcas tenía ya dos muestras significativas: la alianza con Bembos, un win to win absoluto; y luego con Mc Donalds, otro gol en contra de Coca Cola como para que le quede claro que en el Perú, hay una gaseosa que manda, así que mejor se negocia con ella. La conclusión. Inca Kola es una empresa exitosa en todo aspecto. Su grandeza responde al trabajo de mucha gente, pero su principal gestor, el maestro Johnny Lindley Taboada, nos deja una enseñanza que personalmente voy a profundizar porque hay que aprender de los mejores. La enseñanza la resumo así: las decisiones de negocio, que se miden finalmente en fríos números, deben tener valores detrás, no para que ganes la carrera hoy, sino también después, y lo mejor: no ganarás solo, ganarán muchos. Hay un eslogan de Inca Kola que cae muy bien ahora,
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