El poder del consumidor para cambiar el mundo
Somos una sociedad que tiene entre sus actividades favoritas ir de compras, favoreciendo al consumismo y practicando al pie de la letra la economía lineal. Somos una generación que usa y tira productos, sin tener en cuenta las repercusiones negativas que esto provoca al ambiente y a los demás. Somos un grupo de personas desesperadas, que actuamos como si no existieran opciones prácticas para reutilizar, reciclar y reducir. También somos empresas del “pasado”, porque mayormente buscamos generar ingresos y nos hacemos los desentendidos ante propuestas innovadoras como es la economía circular o el valor compartido. Acciones que sin lugar a dudas, ayudarían a utilizar menos recursos naturales y por ende, permitirían alcanzar el desarrollo sostenible de nuestro planeta. En el 2002, la declaración oficial de Naciones Unidas con motivo de la Cumbre de la Tierra, señaló que las principales causas del deterioro del ambiente son las modalidades insostenibles de consumo y producción. Además, la ONU ha mencionado que 70 millones de toneladas de ropa se consumen cada año en todo el mundo, y a ello hay que añadirle el porcentaje de pesticidas y la emisión de partículas contaminantes a la atmósfera que genera su traslado, desde los lejanos países asiáticos. Países donde la gente que confecciona ropa, trabajan en malas condiciones laborales, reciben un pago aproximado de 60 dólares al mes e incluso, utiliza mano de obra infantil. ¡Cero fairtrade! Según Arjen Hoekstra, se requiere entre 2,300 y 2,900 litros de agua para la elaboración de un polo de algodón, desde la producción de la materia prima hasta la venta del mismo. Entonces, podríamos decir que no solo compramos y vestimos diseños, sino también, recursos naturales, y en algunos casos, pagamos por mano de obra barata e ilegal. De lo cual surge la pregunta: ¿Quién hace mi ropa? En el sector alimentos la realidad no varía mucho De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cada año se desperdician 1,300 millones de toneladas de alimentos en el mundo, mientras 870 millones de personas pasan hambre todos los días. La pregunta que deberíamos formularnos en este caso es: ¿Los restaurantes, hoteles y supermercados peruanos cuentan con políticas para evitar estas pérdidas de alimentos? ¿Si, no, cuáles? Otro gran problema es el plástico 290 millones de toneladas de plástico se fabrican anualmente en el mundo y el 30% son productos que se usan solo una vez. Además, hay que tener en cuenta que las bolsas, botellas y sorbetes, terminan en los mares, rellenos sanitarios, obstruyen alcantarillados, causan inundaciones y llegan cerca a los arrecifes, donde las tortugas las confunden con medusas y las tragan, muriendo infectadas. Y como si fuera poco, tienen una vida útil de 25 minutos y su degradación puede tardar 5 siglos. ¡Sí, 5 siglos! 500 años en nuestra tierra, probablemente alcancen a nuestras próximas 5 ó 6 generaciones. Y podríamos seguir listando más problemas que actualmente vivimos, pero la intención de este post también es dar a conocer las oportunidades que muchas personas y organizaciones han encontrado ante crisis sociales y ambientales de este tipo. CONSUMO RESPONSABLE EN EL PERÚ En nuestro país, el Ministerio de Producción, junto a los actores vinculados a la actividad pesquera y distintas organizaciones, como son las universidades, los gremios empresariales, de pesca artesanal, vienen desarrollando por segundo año consecutivo, una serie de talleres de sensibilización sobre pesca y consumo humano sostenible, con la intención de resaltar la importancia del uso apropiado de los recursos marinos, a través del respeto a las vedas, a las tallas mínimas de las especies y al marco legal que regula la actividad pesquera. Enfocándonos en el problema del mal uso del plástico, la empresa social, Life Out of Plastic (L.O.O.P.) tiene como misión concienciar a la población acerca de la contaminación que produce este material y promueve su consumo responsable. Además, L.O.O.P. lleva a cabo campañas sociales desarrolladas en comunidades para demostrar los beneficios sociales, ambientales y económicos que genera el reciclaje. Recientemente, vienen desarrollando una exposición de arte consciente titulado Plástico Nómade, de ingreso gratuito. En cuanto a la empresa privada en nuestro país, la Cervecería Backus y Johnston, basada en el estudio de DEVIDA, que revela que la edad de inicio de consumo de bebidas alcohólicas se da en promedio a los 13 años de edad, y el consumo irresponsable de bebidas alcohólicas de algunos grupos, decidió tomar acciones en el marco de su estrategia de desarrollo sostenible a través de la campaña SÚMATE Solo +18. CONCLUSIONES Es momento de darle valor a nuestros votos de compra, y para ello deberíamos formularnos una serie de preguntas, como: ¿Necesito lo que voy a comprar o solo quiero satisfacer un deseo? ¿Es una compra compulsiva? ¿Cuánto lo voy a usar y cuánto me durará? ¿Lo boto o lo reciclo? ¿He buscado información para conseguir mejor calidad y menor precio? ¿Te has informado de quién y cómo se ha realizado el producto? Todos nosotros deberíamos tener respuestas a la mayoría de preguntas, pues hacer consumo responsable solo implica realizar un cambio en nuestros hábitos que no conllevan comportamientos tan diferentes a los que ya tenemos, pero sí, efectos positivos para nuestro mundo. ¡No hay planeta B! Ornella Paz
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