Abortando la ley ¿De quién?

Más voz y voto deberían tener quienes vivieron el drama que quienes lo arman.
Se ha generado tremenda discusión acerca de la legalización del aborto terapeútico y en casos de violación que, la verdad, me sorprenden muchos argumentos que se han dicho desde ambas posiciones. Personalmente yo creo que, en los casos referenciados, es la madre quien tiene que tomar la decisión, puesto que ella y no la sociedad, ni la Iglesia ni los políticos, será quien tenga que cargar con la responsabilidad obligada más el trauma que se arrastra luego de quedar embarazada al ser violada o, lo mismo, en el caso de llevar un embarazo sabiendo que el niño que está en el vientre no tiene cerebro y vivirá horas luego de nacer.
Revisando propaganda en la red, me di con la sorpresa de que hay mucho pronunciamiento de parte de las mujeres, que son las directamente afectadas, sobre todo en caso de un embarazo por violación donde directamente no tienen ninguna responsabilidad.

Realmente aquí aplicaría un criterio de marketing, aunque les parezca sorprendente y frío de mi parte. En marketing decimos que la mejor respuesta frente a una acción que lanzar en el mercado la tendrá el cliente, pues bien, yo considero que quienes tendrían que opinar y aconsejar en todo caso no es el Cardenal Cipriani ni los congresistas que generalizan el aborto hasta para los casos mencionados; son las mujeres que han pasado por esta experiencia, ya sea que perdieron a sus niños o no, las mejores consultoras, pues con conocimiento de causa podrán sugerir y hasta servir de ejemplo para tener fundamentos y legalizar el aborto o no.

Este spot ya es un clásico de la publicidad. Aunque es considerado uno de los comerciales más divertidos, no deja de tener razón y de concientizar a los jóvenes para que tengan un mayor cuidado y eviten asumir responsabilidades para las que no están listos.

Finalmente la última columna de Patricia del Río sugiere algo tan obvio como ignorado: hablar primero de difundir los métodos anticonceptivos para así evitar más embarazos no deseados y, por tanto, evitar más abortos.

En este caso sí discrepo con la Iglesia que no está a favor del uso del condón, por ejemplo, dejando abierta la posibilidad a más embarazos no deseados y, por tanto, a mujeres que piensen abortar. Es que no entiendo, cómo pueden cerrarse a una realidad, y luego aumentar el desacierto diciendo que ellos mismos se encargarán de cuidar a los niños que nacieran en las circunstancias citadas arriba. Felizmente el genial Carlin, como siempre, responde con argumentos indestructibles.

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