Elon Musk ha sido durante años uno de los empresarios más admirados del mundo. Su visión con Tesla, SpaceX y otras compañías ha redefinido industrias enteras. Pero hoy, Tesla está en crisis. No solo enfrenta una fuerte caída en ventas y un desplome bursátil. En realidad, está atravesando un desplome de su reputación, originado en la figura misma de su fundador.
El caso Tesla y Elon Musk demuestra cómo una crisis de reputación puede surgir desde el liderazgo. Aplicando el modelo de las 6 claves del marketing de reputación de Café Taipá vamos a diagnosticar la situación de Tesla y ensayar un camino de recuperación, aunque Enrique Dans sustenta razones importantes, que recomiendo repasar, que hace complejo ver la luz al final del tunel.
1. CULTURA – El ADN de Tesla, en disputa
Elon Musk ya no representa el propósito original de Tesla: innovación, sostenibilidad y transformación social. Su cercanía con el gobierno de Trump y su postura política han quebrado los valores fundacionales de la marca, desconectándola de la comunidad que la impulsó.
Reconstruir la reputación de una marca tras la traición de su propósito exige más que disculpas: exige un cambio estructural.
¿Qué podría hacer?
• Reconocer públicamente el daño causado por su protagonismo político.
• Nombrar un vocero institucional creíble en temas de cultura y propósito.
• Apoyar un nuevo manifiesto cultural creado por el equipo Tesla.
• Desmarcarse de toda alineación partidaria.
Si Elon Musk no pone la cultura por encima de su ego, Tesla seguirá perdiendo lo más valioso que tiene: su razón de ser.
2. COMMUNITY POWER – De fans a detractores
El poder de la comunidad Tesla fue uno de sus mayores activos. Hoy, parte de esa comunidad lidera movimientos como #TeslaTakedown, exigiendo que se deje de invertir en la marca. La comunidad sigue activa, pero ahora contra la empresa.
Acción estratégica: Siempre que haya una marcha atrás de parte de Musk, sobre sus acciones pro políticas de Trump, se puede proyectar reactivar embajadores creíbles desde la experiencia: usuarios fieles, ingenieros, activistas climáticos. Volver a un relato colectivo que hable de innovación y causa, no de ideología ni confrontación.
3. ESCUCHA ACTIVA INTELIGENTE (EAI) – Oídos sordos al entorno
Tesla no está en crisis por no saber lo que quiere sus clientes. Falló porque Elon Musk , su fundador, dejó de escuchar a su comunidad. A las personas que creyeron en su visión de cambiar el mundo. A quienes compraron un Tesla no solo por su tecnología, sino por lo que representaba: sostenibilidad, innovación con causa, rebeldía con propósito.
Musk, en lugar de afinar el oído, se encerró en su propio eco, amplificando solo lo que confirmaba sus ideas, contrarias a lo que él mismo sostenía años atrás. Y ese es el verdadero generador de esta crisis: el líder se desconectó emocionalmente de quienes lo apoyaban, y dejó de ver el impacto de sus palabras más allá de su círculo de poder.
Acción estratégica: Musk debe reconectar con su comunidad no desde la estrategia, sino desde la conciencia. Escuchar lo que se dice en las protestas, en comentarios de foros, en mensajes de antiguos fans que lo respetaban… y que hoy le exigen reaccionar. Solo si escucha con apertura —no con superioridad— podrá iniciar un cambio real. Y ese cambio, si es auténtico, será el primer paso para recuperar la reputación que él mismo ha puesto en juego.
4. RELACIÓN CON STAKEHOLDERS – De transversal a parcializada con una ideología
Tesla en crisis pero durante años fue una marca con legitimidad global. Su narrativa —futurista, ambiental, tecnológica— le permitió dialogar con gobiernos, instituciones, inversionistas y ciudadanos de todo el espectro político. Pero esa capacidad de conexión se ha deteriorado drásticamente desde que Elon Musk comenzó a alinearse públicamente con la ideología y visión del presidente Donald Trump.
Ya no se trata solo de afinidades políticas personales. La imagen pública de Musk se ha cargado de un simbolismo ideológico que contradice el propósito fundacional de Tesla. Negacionismo climático, polarización social, discurso antirregulación… son ideas que hoy se asocian a su figura y, rebota en la empresa que fundó. Eso ha provocado una ruptura con múltiples stakeholders que antes confiaban en Tesla como aliado estratégico para el cambio global.
Acción estratégica: Elon Musk tendría que reconocer que sus posturas públicas han comprometido la legitimidad institucional de Tesla. Solo si da un paso atrás, indiscutible, podrá impulsar una nueva etapa reputacional.
Ese giro debe incluir:
• Una declaración explícita de neutralidad institucional por parte de Tesla.
• La delegación de vocería institucional en perfiles con legitimidad plural, capaces de reconstruir la relación con gobiernos, universidades y organizaciones más allá del entorno ideológico que hoy rodea a Musk.
5. ANÁLISIS DE LA REPUTACIÓN – Diagnosticar con profundidad
La caída del 40% en las acciones de Tesla, registrada en marzo, podría explicarse como un golpe financiero. Pero cuando viene acompañada de protestas globales, boicots organizados y pérdida de confianza en el liderazgo, estamos frente a una erosión reputacional sistémica.
Tesla necesita dejar de ver sus indicadores aislados y comenzar a medir el estado real de su reputación. Considerando las 7 claves de la reputación del modelo Reptrak, ¿dónde está el mayor daño?
Aunque varias dimensiones han sido impactadas, la crisis reputacional de Tesla se concentra en tres:
- Liderazgo: La figura de Elon Musk, como CEO y símbolo público, se ha vuelto impredecible, polarizante y personalista. Esta dimensión —que en RepTrak mide si una empresa es “liderada con visión y responsabilidad”— es la más visiblemente afectada. Y es la que activa el deterioro de otras.
- Integridad: Musk ha debilitado la confianza en el gobierno corporativo de Tesla al proyectar arbitrariedad, ideologización y falta de límites entre intereses personales y empresariales.
- Ciudadanía: Tesla está dejando de ser percibida como un actor comprometido con causas sociales y ambientales universales. Su posicionamiento actual contradice los valores que atrajeron a sus primeros seguidores.
Estas tres dimensiones son críticas porque están en el núcleo de la confianza profunda. Cuando fallan al mismo tiempo, la reputación entra en fase de implosión.
Acción estratégica:
- Redefinir su modelo de liderazgo reputacional: Musk debe transitar del protagonismo individual a un rol más institucional y compartido.
- Reconstruir su narrativa de integridad, con políticas y decisiones que separen los intereses del fundador de los de la empresa.
- Reformular su contribución a la ciudadanía, con acciones visibles que reconecten con el compromiso social y ambiental de origen.
6. CONTEXTO SOCIAL, POLÍTICO Y ECONÓMICO – Cuando el líder se convierte en un foco global de inestabilidad
Vivimos un momento de alta inestabilidad mundial, marcado por el ascenso de liderazgos autoritarios, la polarización política extrema, la desinformación masiva y la desconfianza hacia instituciones. En ese escenario, el regreso político de Donald Trump no es solo una coyuntura estadounidense: es una señal de alerta internacional.
Lo preocupante para Tesla es que Elon Musk no solo se ha alineado con esa figura política, sino que se ha convertido en uno de sus altavoces ideológicos y validadores empresariales más visibles en el mundo. En lugar de tomar distancia crítica frente a discursos que promueven el negacionismo climático, la polarización social o el ataque a medios y ciencia, Musk ha elegido amplificarlos.
Esto ubica a Tesla como parte del conflicto reputacional global más delicado del momento.
Ya no está solo expuesta a riesgos empresariales, sino a riesgos geopolíticos, éticos y culturales que influyen directamente en decisiones de inversión, consumo y regulación internacional.
Acción estratégica: Tesla debe redefinir su posicionamiento frente al nuevo contexto mundial —y eso implica tomar distancia clara de cualquier narrativa política que atente contra los valores de su propósito original.
Para ello, la marca debe:
- Emitir una postura institucional frente al contexto global, reafirmando su compromiso con la democracia, la sostenibilidad, el pluralismo y el diálogo social.
- Diferenciar explícitamente las opiniones personales de Musk de la posición oficial de Tesla.
- Establecer protocolos para evitar que la empresa sea utilizada como vehículo de difusión ideológica, sobre todo en entornos de crisis o elecciones.
El contexto de permacrisis exige que las marcas sean anclas de estabilidad.
Hoy, Musk es parte de la turbulencia. Y Tesla debe decidir si quiere hundirse con ella o volver a ser un referente de futuro.
¿Y qué pasa si Musk no cambia?
Si Elon Musk decide persistir en su rol protagónico, polarizante y reactivo, la recuperación de Tesla será inviable. La marca podría convertirse en un referente financiero sin comunidad, sin legitimidad y sin impacto cultural real.
Tesla puede seguir viva financieramente, pero podría convertirse en una empresa reputacionalmente zombi: sin alma, sin causa, sin futuro.
Pero si Musk recula…
Su reciente pedido de eliminar los aranceles entre EE. UU. y la Unión Europea, en desacuerdo con Trump, puede ser una primera señal de distanciamiento estratégico. Si este giro se desarrolla con responsabilidad, consistencia y visión institucional, sería un primer paso para que Tesla vuelva a ver un poco de luz. Sin emnargo, el tema es que Musk debe recular contra sí mismo, y es una colegiatura de liderazgo para la que nunca ha dado señales.
Tesla en crisis. Mi conclusión
Los casos de Adam Neumann (WeWork) y Travis Kalanick (Uber) son ejemplos claros de cómo el exceso de poder y el ego sin control de un CEO fundador, pueden dinamitar empresas con potencial global. Ambos confundieron su liderazgo carismático con irresponsabilidad. Y cuando sus decisiones personales —erráticas e incoherentes— comenzaron a pesar más que el propósito de sus empresas, su caída fue inevitable.
El caso de Elon Musk y Tesla es distinto en escala, pero similar en riesgo. Musk lidera una empresa que prometió cambiar la historia industrial del siglo XXI. Y justamente por eso, el costo reputacional de sus contradicciones es inmenso.
La reputación corporativa de Tesla no solo se construyó con innovación, sino con coherencia. Veo aquí una lección vital: la cultura no es un manifiesto, es el cimiento estratégico de la reputación. Y cuando el líder la traiciona, se convierte en el principal factor de riesgo.
Como persona, me cuesta confiar en marcas que dependen del humor de su CEO. Necesitamos empresas con un propósito que esté por encima de todo.
¿Musk aún puede recomponer el camino? Respuesta impredecible como él mismo suele ser. Tal vez esa parte de su ADN es la que deba transformar para rescatar a su buque insignia o terminar de hundirse con él.

Su primer rumbo fue el de la ingeniería y, aunque cambió de dirección hacia su verdadera pasión, la publicidad, el aprendizaje en las aulas de Estudios Generales Ciencias de la PUCP fue clave para su trabajo en estrategias.
En 1997 se gradúa como publicista en el IPP, y luego decide terminar también su carrera universitaria como comunicador en la PUCP (2001). Trabajó en tan diversas áreas de la comunicación que la mejor manera de integrarlas fue a través de un máster en Dirección de Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (2007), donde desarrolló aún más sus habilidades de interacción con diferentes públicos.
Tras su experiencia como Director Online en Llorente & Cuenca, y Jefe del Canal Virtual de Claro Perú -puestos a los que llegó por el trabajo en su blog, CAFÉ TAIPÁ- decidió lanzar su propia consultoría desde abril del 2012, con el mismo nombre.